viernes, 19 de junio de 2015

El tóner y el ‘pulmón de oficinista’

Quien considere la oficina como lugar seguro, debe ir cambiando de idea. La calidad del aire interior representa un problema de salud. La atmósfera de la oficina (continente) puede estar contaminada por múltiples sustancias vinculadas al contenido. Por ejemplo, el mobiliario, suelos y revestimientos (vapores de formaldehido), tapizados y otros materiales sintéticos, productos químicos, tóner. Este cóctel de polución ambiental afecta a la salud de los trabajadores, que desarrollan el síndrome de lo que se ha etiquetado como “pulmón de oficinista”, pero que no es un asunto nuevo, sino que existe desde el despegue de la reprografía.



Productos químicos en la oficina: tóner
La oficina es un reservorio de sustancias aerodispersas donde se mezcla el olor de los rotuladores, tintas, pegamentos, líquido corrector, el tóner de las impresoras y otros productos químicos susceptibles de emitir vapores a temperatura ambiente, y causar síntomas similares a la inhalación de formaldehido (compuesto orgánico presente en pinturas, barnices, disolventes, etc.). Entre los potenciales agresores ponemos el foco en las tintas en polvo (tóner). 
Nunca deben emplearse brochas, pinceles o soplar sobre el polvo de tóner residual depositado en los cartuchos, porque, en ese caso, las micro-partículas quedan dispersas en el aire
 Su composición incluye hasta un 85% de una resina plástica (polímero), que tiene la función de aglutinante, con bajo punto de fusión; un 10% de negro de humo, pigmento utilizado desde épocas remotas para obtener el color negro; el resto son agentes electrostáticos que intervienen en la transferencia de cargas que permiten la formación y migración de la imagen entre el tambor y el papel (impresión).
Las partículas de tóner tienen una granulometría (diámetro) que oscila entre 10 y 20 micras.  Ejercen efectos irritantes y sensibilizantes sobre las vías respiratorias: estornudos, tos crónica, irritaciones en la piel y ojos e, incluso, dolores de cabeza. Como micro-partículas, son muy inhalables, y tanto más nocivas cuanto más pequeñas son.
Un estudio australiano (2007) concluye que las impresoras láser liberan partículas muy pequeñas de tóner en el aire y pueden ser inhaladas profundamente en los pulmones, lo que representa un potencial de riesgo para la salud, causando –en el mejor de los casos- cuadros alérgicos.

De todos modos, desde hace décadas existe constancia epidemiológica del alto índice de morbi-mortalidad entre trabajadores cuyo puesto de trabajo estaba en la proximidad de máquinas fotocopiadoras. Ello llevó a la firma inventora de la xerografía a buscar alternativas al tóner en polvo.
Recientemente, la Administración de Finanzas de NRW (Nordrhein Westfalen), “Land” de Alemania, con 137 centros y más de 18.000 impresoras y copiadoras láser, desarrolló pruebas que ratificaban los efectos nocivos del tóner emitido por la maquinaria y su elevada incidencia en el absentismo laboral por enfermedad.

El citado estudio, conducido por el Instituto Landesgewerbeanstalt Bayern (LGA),  establecía como requisito para limitar las emisiones de impresoras-copiadoras su limpieza frecuente. Asimismo, desarrolla un protocolo para la limpieza por parte de los usuarios, debiendo usar una aspiradora con filtro de partículas HEPA (alta eficacia). Nunca deben emplearse brochas, pinceles o soplar sobre el polvo de tóner residual depositado en los cartuchos, porque, en ese caso, las micro-partículas quedan dispersas en el aire y son inhaladas por los trabajadores.

Potencial nocivo
Basta decir que el tóner no es una sustancia inocua, como lo demuestra el hecho de que debe contar con su FDS (Ficha de Datos de Seguridad). En la misma se hace constar que la IARC (Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer) considera el negro de humo como carcinógeno del grupo 2B para humanos.

Entre las dolencias inducidas pueden citarse las neumopatías granulomatosas (afectación del pulmón con tumoración), adenopatías con afectaciones pleurales y, en definitiva, enfermedades del aparato respiratorio. Como alérgeno, el tóner es responsable de la aparición de mucosidad en la nariz, picor de ojos y paladar e incluso erupciones cutáneas, alterando el sentido del olfato, la vista, el gusto y el tacto. La primera reacción alérgica es la hipersensibilidad, la segunda puede ser fatal si se presenta el shock anafiláctico (respuesta inmunológica intensa cuando el alérgeno accede al sistema circulatorio).

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